Así es el #Norwegian Breakaway

Llevo 20 años dedicada al turismo y siempre había pensado que no me gustaban los cruceros. Bien, me equivoqué. Parece que me van gustando.

El fin de semana pasado tuve la ocasión de asistir al crucero inaugural del Norwegian Breakaway. En realidad era un mini-crucero que partía el viernes tarde del puerto de Rotterdam, con desembarque el domingo, exclusivo para agentes de viajes de Europa.

Quizás la expresión no es la más adecuada, pero ‘este barco es una pasada’. La verdad que me sorprenden las leyes de la física para mantener ese monstruo a flote. Más de 4.000 pasajeros y .1500 personas de tripulación a bordo del que es la joya de la corona de Norwegian Cruise Line. Inspirado en Nueva York, lleva la silueta de la ciudad pintada en los 3700 metros cuadrados de su casco, obra del artista Peter Max.

Estos son algunos aspectos que más me han gustado de este barco:

1.- Camarotes: A pesar de haberme parecido algo más pequeños de lo habitual, son bastante funcionales y cómodos. Lo que más me gustó es el baño, cómodo y sí más amplio que lo habitual, ¡y ducha con mampara! Lo que no entiendo es porqué el secador está fuera del baño ¿?

A tener en cuenta: los camarotes interiores andan algo más justos de espacio, sobre todo de armarios. Al igual que en el Norwegian Epic, ofrecen «camarotes para singles«, buena opción para quienes viajan solos.

2.- Zona infantil: A pesar de haber disfrutado de un fin de semana sin niños, este barco es perfecto para ellos. Se lo tienen que pasar de miedo. Splash Academy es el área dedicado a los más pequeños. Para niños de 3 a 12 años la diversión está asegurada. Están a cargo de cuidadores especializados que ademas de vigilar, preparan diferentes programas de animación, concursos, videojuegos, bailes…

El Norwegian Breakaway es además el primero de los barcos de la naviera que cuenta con servicio de guardería, para bebés desde 6 meses hasta los 2 años.

3.- Restaurantes: Quien diga que en un crucero no se come bien, miente. Y en este buque es imposible que alguien se quede con hambre. Evidentemente, no nos dio tiempo a probar todos. El restaurante buffet está en la cubierta 15, y tiene, además de unas vistas espectaculares, una variedad de platos que se distribuyen en  círculo. Bueno, un típico buffet.

Hay restaurantes de todo tipo, y tantos como para estar una semana sin repetir. A mí el que más me gustó es el Manahttan Room. Quizás por eso de que me sirvan lo prefiero al self service. Ofrecen dos menús con varios platos de cocina elaborada. En el escenario central, una performance bastante amena.

La taberna irlandesa O’Sheehan’s está abierta 24 horas. Recomendados: alitas de pollo y palitos de mozzarella.

4.- The Haven: La zona prohibida (al menos para mi) En la proa del barco se encuentra este espacio de lujo y relax. Una zona exclusiva cuyos camarotes son casi más grandes que mi casa: hasta 95 metros cuadrados tiene la suite. No se puede decir mucho más, es impresionante, por supuesto con todos los lujos y comodidades. La piscina privada y zonas comunes están exquisitamente decoradas, en tonos chocolate y celeste. Deben ser el sabor y color del paraíso.

5.- Aqua Park y Complejo deportivo: En la cubierta 17 más diversión, aunque esta no la pudimos probar: toboganes vertiginosos, circuito de aventura, cancha de baloncesto, minigolf, rocódromo… incluso una plataforma que te desplaza más de dos metros fuera de la borda del barco. Puro vértigo… aunque no pienso probarlo. 

Tras este mini-crucero de inauguración y presentación al sector profesional, el Breakaway se trasladará a América, en donde realizará sus itinerarios por la Bahamas y Nueva York. 

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Fotos: NCL / Javier Centeno